CAPERUCITA ROJA
mujer salvaje , una especie en peligro de extinción…,
los constantes esfuerzos por civilizar a las mujeres
por constreñirlas a unos roles rígidos,
las han dejado sordas
a los dones que albergan en su interior…”
Clarissa Pinkola Estes
Allí entonces, es donde siento la encarnación,
la fuerza de la transformación
para llegar a la verdad,
a mi integridad,
AQUI.
Salud por la sabiduría eterna
llena de memoria
de buenos instintos y creatividad apasionada.
Niña, mujer, inocencia , salvaje juego,
deseo, transgresión, bosque y misterio,
lobo, boca, poder
y tierra.
CAROLINA WEISZ
La espesura de la que viene Carolina
Donde no hay mapas hay bosque quemar los mapas hacerlos desaparecer
Me pide que haga un relato con palabras para su obra pero es imposible le digo es imposible que las palabras muestren la ceguera de la inocencia rota por el temblor del bosque.
Es imposible, imposible le digo hablar de amor sin abrir la puerta y que por una hendija rompa fuego la luz.
pero al rato digo que sí
que puedo dar testimonio de estos años de cómo la vi atrapar trillar atravesar y trastocar y trocar y transmutar la espesura y crear con el bosque feroz, este bosque analógico liviano y alquímico que se mece del negro al rojo y al blanco.
Si no es por ella que siente Y NO DEJA DE SENTIR
el bosque no existiría.
Comer para ser comida, vibrar para ser danzada.
Ah pero el animal ANDA SUELTO POR AHÍ y solo yo se como se defendió de LA PROVOCACION como lo hacen las niñas pequeñas con las uñas, hasta que pieles y vísceras quedaron improntadas tan finas en el papel de gramaje liviano y sueltas como las varillas de madera leves.
Cuidate abrigate ponete la camiseta la capa la caperuza la pastilla el forro preservate con el preservativo callate con la boca no mires con los ojos no escuches nada límpiate los oídos con jabón de seda no mires no sientas pone la mesa pero pone las manos sobre la mesa.
Pero ella se sale con la suya porque para eso es el arte.
Porque sin esa nena el bosque no existe.
Y sin bosque no vale la pena ser mujer.
Silvia Mazza, terapeuta sanadora.